Conservar los alimentos por uno o dos días dentro de una olla en el refrigerador, es una hábito que podría decirse ha pasado de generación en generación por años, llegando a convertirse en el plan número uno a la hora de guardar para después los restos de una comida.
Sin embargo, un estudio reciente ha invitado a reconsiderar esta costumbre, pues de acuerdo con especialistas, existe más de un riesgo asociado a esta manera de conservar alimentos, por lo que en este artículo te invitamos a pensarlo de nuevo, para así cuidar tu salud.
A continuación, te presentamos lo que expertos aconsejan, partiendo de los resultados obtenidos en la investigación llevada a cabo por Environmental Sciences Europe y respaldada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
¿Por qué los especialistas desaconsejan esta práctica?
1. Contaminación por metales: Las ollas, especialmente las de aluminio, pueden liberar pequeñas partículas de metal en contacto con alimentos ácidos, como salsas o ciertas verduras. La ingesta prolongada de estas partículas puede tener efectos negativos en la salud, incluyendo problemas neurológicos y óseos
- Contaminación cruzada: Al almacenar alimentos en ollas, existe un mayor riesgo de que los alimentos cocidos entren en contacto con otros alimentos crudos, favoreciendo la proliferación de bacterias y aumentando las posibilidades de contaminación cruzada.
- Distribución desigual de la temperatura: Las ollas no enfrían los alimentos de manera uniforme, lo que puede generar zonas más calientes en el centro de la comida. Estas condiciones son ideales para el crecimiento de bacterias perjudiciales.
- Pérdida de calidad: Los alimentos almacenados en ollas pueden experimentar alteraciones en su sabor, textura y valor nutricional debido a la exposición al aire y a las fluctuaciones de temperatura.
Ante esta serie de riesgos, la pregunta que de seguro surge es ¿Cómo guardar lo que quedó de nuestras comidas? No todo está perdido, si existen posibilidades.
- Enfriar los alimentos antes de refrigerarlos: Permitir que los alimentos cocinados se enfríen a temperatura ambiente antes de colocarlos en recipientes herméticos y refrigerarlos.
2. Utilizar recipientes adecuados: Optar por recipientes de vidrio o plástico de grado alimentario con tapas herméticas para almacenar los alimentos en la nevera.
3. Organizar la nevera: Mantener la nevera limpia y organizada, separando los alimentos crudos de los cocidos y evitando la sobrecarga.
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