Cuando salimos de casa es obligatorio el uso de mascarilla tanto en espacios cerrados como en la calle cuando no se puedan garantizar los dos metros de separación entre personas, excepto en los niños menores de 6 años o personas con patologías que lo desaconsejen. Por lo tanto, va a ser un elemento al que nos tengamos que acostumbrar porque va a ser parte de nuestro día a día.
Sin embargo, por desconocimiento, a veces cometemos errores que provocan que la protección no sea la adecuada. En este sentido, la Organización Colegial de Enfermería, en colaboración con el Área de Enfermería de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Respiratoria (SEPAR), ha lanzado un vídeo con los principales consejos a seguir para hacer un buen uso de esta medida de prevención y evitar así contagios de COVID-19 que pongan en peligro la progresiva apertura del país y la recuperación del sistema sanitario.
Tal y como explica esta organización, las mascarillas quirúrgicas e higiénicas, que son las más recomendables para la población, lo que hacen es proteger a los demás, es lo que se denomina una protección comunitaria. En un principio, la recomendación es que tengan una vida media de entre cuatro y ocho horas. No se recomienda llevar esta mascarilla de manera continuada más de seis horas seguidas porque la humedad que pueden captar hace que pierdan eficacia.
Al quitárnosla, si no se ha cumplido este tiempo, es importante no guardarla en el bolso o en un bolsillo, porque la mascarilla es un vehículo de transmisión, de contaminación. Por eso, siempre debemos llevarla en una bolsa transpirable, como un sobre de papel, sabiendo que la parte limpia de la mascarilla es la interna, lo que llevamos pegada a la cara, y la parte sucia es la parte externa, que no debemos tocar.
A la hora de colocarla, hay que tener en cuenta que la mascarilla debe cubrir la boca, la nariz y la barbilla. Todo lo que no sea llevarla así – ponerla por debajo de la nariz, en la barbilla o en la frente– es un mal uso de la mascarilla. Además, es muy importante saber que no debemos quitarnos la mascarilla para hablar, toser o estornudar.
En lo que respecta a aquellas personas que son más vulnerables, que tienen enfermedades crónicas respiratorias, como asma o EPOC, o que están inmunodeprimidas, es necesario que tengan una protección especial, por lo que sería conveniente que usaran, bajo la indicación de su profesional sanitario, mascarillas autofiltrantes, que además de la función de protección comunitaria protege al usuario frente a posibles transmisores.
Utilizar mal las mascarillas aumenta el riesgo de contagio de COVID-19, pues pueden convertirse en un vehículo de transmisión y además genera una falsa sensación de seguridad en quien la usa, por lo que se olvidan medidas de prevención que siguen siendo fundamentales, como son mantener la distancia de seguridad de dos metros y el lavado frecuente de manos.
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